sábado, 21 de abril de 2012

Hoy tengo ganas de tí


    Tengo ganas de escribir. Tengo ganas de escribir cosas que me pasan por la cabeza, y por el corazón. No, no tengo ganas de escribir. De lo que tengo ganas de es decirte  cosas, y  no me atrevo. Vaya estupidez ¿no? Y al no atreverme a decir lo que tengo ganas de decir a quien tengo ganas de decírselo, lo escribo, y se lo digo al aire. Como si el aire fuera a contestarme. Tampoco me contestarás tú, así que, qué más da.

   Ando buscando unos textos viejos, textos escritos en momentos como éste, en los que tengo ganas de ti, y de repente, me doy cuenta de que no los tengo, los textos, ni tampoco ya esos momentos. En uno de mis frenesís limpiadores, los saqué del ordenador, sin comprobar si, en efecto, los había guardado antes en algún sitio. Estaba convencida de haberlo hecho. Mis textos son los que queda de mis momentos, de cualquier momento. Y al descubrir que ya no están, que los he perdido, me siento mal, vacía, abandonada. Mis textos son como tú, no están conmigo. La diferencia es que ellos algún día estuvieron conmigo, y tú no lo has estado nunca. Porque tú eres un sueño, un deseo, una imaginación…

   Tú tomas muchos aspectos, te encarnas hoy en éste, mañana en aquél. Un día eres pintor, otro eres músico de largas melenas, otro más te encarnas en escritor, o en marino, o en un periodista. Un día eres alemán, otro eres inglés, otro más escocés, también a veces australiano, en ocasiones has sido francés, e incluso últimamente eres español. Qué más da si eres alto o bajo, fuerte o esbelto, rubio o moreno, de pelo liso, rizado o canoso. Siempre eres el mismo, el que pasa, se acerca, me hace una caricia, me da un beso, y luego, siempre se va. Antes eras más joven, después te hiciste mayor conmigo, ahora vuelves a ser joven. Unas veces, las menos, me haces daño sin querer, otras, me lo hago yo sola, siempre imaginando que esta vez te quedarás, y luego no te quedas. A veces te haces real, pero por poco tiempo. Te desvaneces y luego, regresas a mi imaginación, te instalas en mi memoria, imagen irreal que toma muchos aspectos.

   Te vas, siempre te vas. O quizás te vayas porque te echo. Como a mis textos.