viernes, 5 de febrero de 2010

¡Acojonados!


Estaba yo delante de la pantalla de mi ordenador, como cada día y cada hora de mi día, trabajando en una traducción que, casualmente, trata de la vida de un político, ya muerto. A Dios gracias.  Un libro interesante sobre los inicios de la revolución rusa. Y más no puedo decir de momento de este libro, pero hace un interesante análisis sobre… bueno, cuando se publique, ya  podremos hablar más del libro.

El caso es que para acompañarme en mi trabajo, suelo poner una de las escasísimas radios que se pueden escuchar en este país, www.mariskalrock.com , y es viernes. El Fakir comentaba la cantidad de oyentes que en el gritadero se quejan de los políticos. Y yo me pregunto, ¿es que no hay otra cosa que hacer, al ver cómo se comportan todos ellos?

Todos una panda de sinvergüenzas y mamones, que cuando se acercan las elecciones nos lamen el culo y nos llenan el coco de mentiras y promesas que no cumplirán. Todos, o casi, una banda de chorizos y ladrones, prevaricando, robando y sacando tajada de los dineros del contribuyente, contribuyente, por cierto, que en su mayor parte, las está pasando canutas y que tiene que tragar, y callarse (gracias Obús por decirlo alto y fuerte) ante los abusos de la clase política y de la dirigente (los de la pasta, más que los políticos).

También es cierto que, y eso no es una idea original mía en absoluto, sino que la han expresado muchas, muchas mentes pensantes (pese a que las dichas mentes pensantes sigan siendo una escandalosa minoría, y bastante silenciosa, o más bien acallada, tanto en nuestro país como en el resto del mundo) que tenemos los políticos que nos merecemos. Al fin y al cabo, es cierto que, así, en general, les hemos votado, y les hemos dado carta blanca para cualquier tipo de mangoneo que ellos quieran hacer. Y me incluyo en esa masa de votantes majaderos, pese a que sistemáticamente mi voto se va a cualquier partido pequeño que reivindique cambios en la ley electoral, el cabreo del personal, ideología ecologista, e incluso de tendencia anarquista, eso sí, pacífica, (aunque anarquismo y elecciones parezcan algo contradictorio).

Hubo un tiempo en que la gente hacía otra cosa, salía a las calles a quejarse, pero ese tiempo duró muy poco. Y así nos va ahora. Ahora sólo se quejan unos pocos, pidiendo curro, (que lo necesitan y tienen razón), pidiendo salarios decentes  y que no les despidan los empresarios que se cargan a los obreros de las factorías para poder seguir manteniendo su superyate, su superavión privado, su bodega llena de Taittinger o Bollinger millesimé, o de esos Grand Crus  tintos que no se beben y que cuestan cifras que llevan unos cuantos ceros antes de la coma, servidos por mayordomos de librea, o para poder comprarse tres vestidos al día y varios pares de zapatos que sólo se pondrán una vez, si es que llegan a estrenarlos. O se quejan otros pocos porque Boloña no les garantiza un futuro digno. Y tienen razón. Se quejan también otros pocos por cuestiones ecológicas, por la globalización. También tienen toda la razón del mundo. Y todos, todos sin excepción reciben una buena sarta de palos.

Echo de menos que la gente no salgamos a la calle a pedir desobediencia civil, pacífica, cambios en la ley electoral que nos permitan poner de patitas en la calle a todos esos politicastros que chupan del bote y pasan del “pueblo”,  que prevarican, roban y… para qué seguir,  en todos los países, éste y otros.

Está muy bien que nos quejemos en los diversos gritaderos que nos permiten, blogs  y demás, pero, ¿por qué demonios todo el mundo habla tanto y nadie pasa a la acción?

Tenemos algunos medios. Primero, dejar de acojonarnos cuando llegan las elecciones y, puesto que la ley no tiene en cuenta ni el voto en blanco ni la abstención, que realmente demos votos de castigo a los grandes partidos y sindicatos y votemos a los pequeños, con sentido común, eso sí.  Para contrarrestar a los disciplinados cabrones que nos saquean, el país y el bolsillo. Pero no, tenemos miedo a las coaliciones mulitpartido, y si no hay mayoría absoluta creemos que será el caos. ¡En que poca estima nos tenemos a nosotros mismos, la especie humana! (También es cierto que los ejemplos no alientan el optimismo). Tal vez, sólo tal vez, si amenaza el desgobierno, ¿se cambie la ley electoral?

Tenemos más medios. Desobediencia civil pacífica y boicots. Pero no tenemos cojones para esto. A ver quién es el guapo que sacrifica su Coca Cola, o su coche, o su valium o paracetamol cuando le duele la cabeza, o la telebasura y el macdonalds que envenenan a los niños pero que los mantienen calladitos, de pequeños y luego de mayores.

Y acabo esta invectiva con una excelente compañía, Gamma Ray y su Heavy Metal Universe. Gracias por la música Mariskal.