jueves, 30 de julio de 2009

Inauguración

Inauguración, sí, la de este blog. Hoy me estreno como blogger! Y como la cosa me ha venido así de repente, no tengo nada preparado. ¡Nada como un período de descanso forzoso para sentirse creativa! Tengo por ahí colgado un texto que publiqué en myspace, así que me plagiaré a mí misma. ¡Cualquier cosa con tal de poder estrenar mi nuevo juguete enseguida!

El texto es del año pasado, una especie de ataque de rabia porque me quitaron a Carlos Pina de Radio 3, bueno, a Carlos Pina y a tantos otros magníficos profesionales de la música de este país, de la música y del audiovisual en general, que los nuevos gestores de nuestra venerable RTVE pusieron de patitas en la calle.



Estaba yo trabajando, como es mi costumbre, sentadita frente a mi ordenador, y con la radio puesta, como suelo hacer. Al dar la una, como siempre, he aquí que escucho la sintonía habitual en los últimos tiempos de "Bienvenidos al Paraíso", y como suelo hacer, me paro a escuchar la música de Poets of the Fall, que me gusta mucho, por cierto. Y como siempre, esperé a escuchar la voz más bonita de la radio que tiene este país.

Una vez aparecida LA VOZ, sigo adelante con mi trabajo, como siempre, con la radio de fondo, sin escuchar realmente (tengo que trabajar), pero disfrutando como siempre de la buena, (qué digo buena, sensacional) música que siempre suena , bueno, sonaba, en el Paraíso de Radio 3 y, por supuesto, del sonido de LA VOZ.

Y de repente, ¡ohmaigod! ¡qué oigo! Que si me voy, que si estos veintidós años han sido… lo que sea, ya no me acuerdo, hace ya más de una semana.

Es alucinante. Me quedé de piedra. ¡ohmaigod! ¡ya no voy a oir más esa voz en la radio! ¡Oh disgusto! ¡oh le grand malheur! ¡oh el drama! (vale, ahora me he pasado un pelo…)

Y de repente me pongo a pensar, a veces me pasa… y es peligroso :-)

Carlos Pina, la voz más bonita de la radio, de hecho, la voz más bonita que conozco. Hace años, muchos años, que escucho esa voz. No siempre con regularidad, he pasado mucho tiempo fuera de este país, pero siempre que volvía me ponía radio3. Y en una hora u otra, acababa encontrando el Paraíso y a Carlos Pina. A veces no podía escucharlo todo lo que hubiera querido. Hay que reconocer que irse a dormir escuchando la voz de Carlos Pina era fantástico, pero el rock tirando a durillo no es lo ideal para conciliar un sueño tranquilo, sobre todo cuando una quiere dormir tranquila y despertarse temprano... Otra veces, era fantástico, la hora era perfecta. Lástima la reducción de tiempo de emisión. Y últimamente, justo antes de irme a hacer la comida… qué marcha. Lo rápido que hacía la comida y lo inspirada que me sentía algunos días!...

Hace algunos años que ya vivo otra vez en este país que es el nuestro, con todos sus defectos y virtudes, y me había acostumbrado a tener muy a menudo esta voz a mi lado, haciéndome escuchar una música que de otro modo yo no sabría que existía (no el rock, que hace años que conozco, of course, desde que tengo uso de razón, sino los rockeros de ahora, y los que no son tan de ahora que no conocía). Y ahora va, y el tío se despide, dice adiós. ¡Joder con los de la radio nacional!

El jueves pasado, dejé de trabajar, y me quedé parada delante del ordenador mirando, sin verla, la pantalla. Escuchaba. Quería saber más, no sé lo qué, pero no pude evitarlo. Oí a Carlos Pina, esa voz, decir adiós, hablar con mucha gente que pasó por el programa, pero no oí lo que quería, aunque también es cierto que no tenía, ni tengo, la más remota idea de qué quería oír. Tal vez quisiera saber cómo y dónde podría yo seguir oyendo y escuchando esa voz, pero de eso nada. Por supuesto, esas cosas no se hacen, y ese tío es un profesional.

Oí cosas que no me esperaba: que tiene dos hijas, que su mujer hizo un viaje a las estrellas… ¡Dios! ¿Cómo puede alguien hablar de esta manera de su vida privada de esta manera en público? Porque, imagino, hablar por la radio es hablar en público.

No pude escuchar el programa de despedida desde Viña rock, y me dio mucha rabia. Tal vez hubiera sabido más cosas. O no. Al no saber qué quiero saber, resulta difícil saber lo que una quiere saber. Es una de esas cosas, hasta que no lo descubres, no sabes lo que andabas buscando.¡ Vaya!, que no hay como tener las cosas claras :-)

Volvamos a la voz, esa voz suave, melosa, que parece que acaricia más que hablar. Pero no es sólo la voz, es el tono, la manera de hablar, que parece que cuando se dirige a ti (donde "ti" es el radioyente, porque, por lo menos en mi caso, eso es lo que soy) no hay nadie más en el mundo. Tampoco son sólo el sonido y el tono y la manera de hablar. Es lo que dice, que parece sincero, que lo siente de verdad, como si en lugar de estar ante un micro hablando para ¿cuántos, miles, decenas de miles, cientos de miles? de sus radioyentes estuviera de charleta con los coleguillas. Y es verdad que a menudo lo está.

Te echaremos de menos en la radio. A ver si vuelves pronto.